Microtecnologías para diagnósticos médicos más precisos y económicos

La empresa Bioarray, asentada en el Parque Científico, innova en técnicas no-invasivas más efectivas y seguras para la detección de mutaciones genéticas.

Uno de los propósitos de cualquier investigador se refiere a la búsqueda de nuevos procesos, materiales o sistemas que aporten resultados fiables, rápidos y a un menor coste. La empresa ilicitana Bioarray, asentada en el Parque Científico Empresarial de la Universidad Miguel Hernández desde 2009, ha lanzado recientemente dos servicios para el diagnóstico génico que podrían revolucionar, entre otras, las técnicas de citogenética utilizadas hasta ahora, además de mejorar y agilizar el estudio del genoma humano, algo que podría ayudar a ajustar las terapias frente a enfermedades originadas por cambios en el ADN. Bioarray se integra también en la Plataforma de Investigación en Piel, una iniciativa en la que la UMH participa a través del Instituto de Biología Molecular y Celular de la universidad.

La empresa de base tecnológica, Bioarray, se ha especializado en el análisis genético mediante microarrays de ADN, unas micromatrices que sirven de soporte para miles de genes con los que se obtiene una visión instantánea de su actividad. Esto es, mientras que las técnicas convencionales sólo permiten el análisis de cromosoma por cromosoma, los microarrays son capaces de explorar con una sola prueba el genoma completo. “Con las técnicas de citogenética clásica la tasa de diagnóstico está en torno al 7%-8%, mientras que con la tecnología de los microarrays se incrementa hasta un 18%-20%”, asegura Andrés Antón, gerente de la empresa. Esta posibilidad de estudiar muchos genes al mismo tiempo evita al clínico la incertidumbre en el diagnóstico ya que hasta ahora debía analizar individualmente y con múltiples pruebas cada sospecha a la hora de verificar una patología, de modo que esta tecnología también repercute en un ahorro en costes, tiempo y molestias para el paciente. “Sólo una de estas pruebas, como podía ser el cariotipo de alta definición, ya valía más caro que la prueba de array”, afirma Antón. Sin embargo, aunque existen otras instituciones y empresas nacionales que utilizan esta tecnología, como el CNIO, la aportación más novedosa de Bioarray es el salto que han logrado dar desde el instituto de investigación a la rutina clínica.

Uno de los avances más significativos de los microarrays es que permiten un “screening” de alto rendimiento para el diagnóstico del retraso mental, apunta Antón. De hecho, Bioarray ha apostado de forma significativa por mejorar los procesos de detección de alteraciones génicas, tanto a nivel pediátrico (hasta los 18 años) como prenatal, pudiendo incluso orientar a aquellos padres que tengan dudas sobre la salud de su futura descendencia – a través de un Diagnóstico Genético Preimplantacional (DGP)- o analizar la causa de abortos recurrentes. “A nivel pediátrico, hemos ayudado a muchas familias a obtener un diagnóstico correcto a la patología, aunque desgraciadamente quedan padres que pasan meses haciendo una peregrinación en busca de una respuesta válida”, asegura Antón.

El nuevo análisis de cribado prenatal no invasivo implantado por Bioarray, una técnica pionera en España, se presenta como una alternativa a la amniocentesis para aquellos casos en que, tras el cribado del primer trimestre, la embarazada sufre un riesgo leve, o cuando exista ansiedad materna. A partir de una muestra de sangre de la mujer embarazada, esta técnica asigna una estimación del riesgo fetal de padecer síndrome de Down, síndrome de Patau o síndrome de Edwards, alteraciones más frecuentes que se producen por una copia extra de cromosomas 21, 13 y 18 respectivamente. De este modo, muchas embarazadas pueden evitar no sólo la incomodidad de la amniocentesis (implica la inserción de una aguja larga en el útero), sino también el riesgo derivado de aborto (próximo al 1%). A pesar de que esta técnica no invasiva sólo se oferta para clientes privados, Antón asegura que los retrasos en la Sanidad Pública están llevando a muchos particulares a solicitar esta prueba por su cuenta.

Por otro lado, Bioarray también ha sumado a sus servicios una nueva tecnología que se conoce como secuenciación masiva, capaz de aumentar la eficiencia y reducir el coste respecto a métodos tradicionales. Esta secuenciación refleja la distribución y composición de las cadenas de ADN, por lo que cuanto más se perfeccionen las técnicas empleadas para obtener esta fotografía de los genes y detectar las posibles mutaciones, mejores serán los tratamientos y la evolución hacia una medicina personalizada. Además, el método adoptado por Bioarray precisa de menos mano de obra y tiempo que un protocolo estándar -basado en la secuenciación enzimática convencional o de Sanger-, sobre todo cuando se trata de trastornos heterogéneos en los genes. “Esta tecnología permite diagnosticar con una única prueba una o varias patologías derivadas de mutaciones genéticas, incluido el retraso mental, además de permitir otros experimentos para investigación”, afirma Antón.

Más allá del área de negocio orientada a salud humana, Bioarray asesora también a investigadores e instituciones de todo el territorio nacional, principalmente a centros y profesionales de la Comunidad Valenciana, Castilla La Mancha y Andalucía, pasando por Madrid, Barcelona, Extremadura y otras zonas de España. Una de las entidades con las que trabaja Bioarray es la Plataforma de Investigación en Piel, una iniciativa público-privada puesta en marcha en 2010 por el catedrático de la UMH, Antonio Ferrer Montiel, para lanzar una comercialización de servicios relacionados con la piel, y en la que participa la UMH a través del Instituto de Biología Molecular y Celular (IBMC), junto a otros centros. Como parte de su carta de servicios para la investigación, Bioarray se encargó de desarrollar un microarray centrado en piel, que realizaba un escaneo del genoma completo y que permitía centrar el análisis en algunos genes relacionados con la epidermis.

El proyecto empresarial Bioarray, que se concibió como una iniciativa privada en 2008, fue puesto en marcha un año después por dos emprendedores: el director técnico Luis Alcaraz, quien por entonces terminaba su investigación postdoctoral en el IBMC, y Andrés Antón, proveniente del ámbito empresarial, aunque más adelante se incorporaría como asesor científico del proyecto el experto en genética Francisco Galán, profesor en el área de Pediatría de la UMH. Sólo tres años después de su lanzamiento oficial, Bioarray ha obtenido un doble reconocimiento, provincial y regional, en la categoría a la Mejor Trayectoria empresarial, en los Premios CEEI Impiva 2012. De hecho, el desarrollo de la empresa ha seguido en aumento, y ha pasado de los dos trabajadores del inicio a los ocho que participan actualmente. Uno de los últimos en incorporarse al proyecto, David Vicente, licenciado en Farmacia, tiene por delante la ambiciosa tarea de internacionalizar los servicios de apoyo a la investigación y de diagnóstico genético que ofrece Bioarray, empezando por Latinoamérica y Europa: “Ambos servicios pueden ser compatibles, por lo que intentaremos firmar acuerdos con otras instituciones”, afirma el experto.

Sin embargo, y como recuerda la sabiduría popular “en casa de herrero, cuchillo de palo”, por lo que uno de los mayores retos para la empresa es darse a conocer entre los investigadores: “Deben saber que en el Parque Científico hay una empresa que ofrece servicios con tecnologías de alto rendimiento con las que podemos dar soporte. Esta contratación de expertos reduce gastos, tiempo y facilita el trabajo a los grupos de investigación, a los que ofrecemos un servicio completo”, apunta Antón. Según el gerente, la conexión con los investigadores es esencial para la supervivencia de la investigación en el futuro más próximo, que pasa inevitablemente por la unión de los profesionales: “Necesitamos la colaboración de todos, desde empresas a universidades e institutos tecnológicos, para atraer fondos europeos a una zona donde tenemos un expertise e investigadores de alto nivel, aunque muchas veces lo único que nos falta es ir cogidos de la mano”. Una llamada a la cooperación entre la universidad, la investigación y la empresa que sustituya los esfuerzos individuales por una máxima suprema que recuerde que sólo la unión nos hará fuertes.

Fátima Navarro-Maillo

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